Los restauradores de Barcelona podrán dignificar sus nuevas terrazas instaladas en la calzada y librarse de este modo de las dichosas barreras de hormigón de color amarillo chillón que las flanquean.
El gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunció ayer que no pondrá otra condición a los bares y restaurantes que pretendan que todos estos veladores instalados hace un pocos meses de manera provisional para paliar los efectos de la pandemia pasen a funcionar de una manera definitiva. Hablamos de 1.299 terrazas montadas en más de 23.000 m2robados al coche privado, de la asunción de que la nueva normalidad será muy larga, del inicio de una nueva era en las relaciones del Ayuntamiento y la restauración...
La verdad es que las nuevas terrazas dispuestas en la calzada apenas funcionaron como Dios manda unas pocas semanas. En seguida pasaron a ser conocidas por muchos como terrazas de campaña. El tráfico a la vera, las rejillas del alcantarillado a los pies y los exabruptos de los transportistas que se quedaron sin sus chaflanes relegaron a la mayoría de estos veladores a soluciones de emergencia para tomarse un cortado y fumarse un pitillo, un papel muy lejano al en principio asignado, el de reactivación de un sector económico clave en el peor momento de su historia.
Los tenientes de alcalde de Promoción Económica y de Urbanismo, Jaume Collboni y Janet Sanz, respectivamente, y el director del Gremi de Restauració de Barcelona, Roger Pallarols, anunciaron ayer que el Ayuntamiento abrirá en breve un concurso a fin de que los restauradores puedan elegir entre al menos tres modelos de veladores. Básicamente la idea es que los negocios dispongan de una plataforma de hormigón, madera o plástico reciclado. Los tenientes de alcalde Collboni y Sanz confían en que los ciudadanos puedan sentarse en las primeras de estas nuevas terrazas a finales de marzo a más tardar. “Tenemos que tomar todas las medidas posibles para parar el golpe”, señaló Collboni. “La new jerseis tienen los días contados”, dijo Sanz, varias veces. “El Ayuntamiento y el Gremi han estado a la altura de las circunstancias”, terció Pallarols. Las duras críticas de los restauradores a la lentitud con la que el Ayuntamiento estaba llevando a cabo este proceso y al porcentaje de denegaciones ya forman parte del pasado.
El gobierno de la alcaldesa Colau y los restauradores de la ciudad están arrancando una etapa de entendimiento impensable hasta hace poco. Si bien es cierto que los comunes siempre contemplaron las terrazas como un pernicioso ejemplo de privatización del espacio público, también es verdad que la lucha contra la contaminación y el uso del vehículo privado se les antoja más importante. La idea de reducir el espacio que el coche ocupa en la ciudad, aunque sea para instalar nuevas terrazas, les hace sentir muy bien. De un modo tan extraño como los tiempos que corren, los planetas se alinearon.
Así que en una semana y pico, el próximo día 9, el Ayuntamiento abrirá un nuevo plazo de todo un mes para todos aquellos restauradores que en su momento no solicitaron la autorización municipal para instalar una nueva terraza o para ampliar la que ya tenían. Además, la rebaja del 75% de la tasa de terrazas se mantendrá al menos durante todo el año que viene. El decreto de alcaldía correspondiente también incluirá la prórroga de las condiciones excepcionales de los chiringuitos de la playa durante la temporada del 2021. Aquella cruenta guerra de las terrazas ya pasó a la historia.
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